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Ramón Boldú cambia el foco y de su habitual mirada autobiográfica pasa a centrarse en la historia de Alan, un chico transgénero fan de Batman –era conocido como Bat Alan– que, con 17 años de edad y después de sufrir serios problemas de bullying en la escuela, acabó suicidándose. El autor pone luz sobre una tragedia con una nada disimulada vocación de concienciación: servir de ayuda para evitar que se le haga la vida imposible a las personas diferentes hasta tal punto que los agredidos tomen el desesperado camino de quitarse la vida.
La escritora, periodista y activista Lolita Bosch, en un texto muy revelador realizado expresamente para Bat Alan. Biografía de un asesinato social, incide en que, en la hora de dar una explicación a la tragedia, la respuesta mayoritaria de la prensa fue la de mantener que “Alan murió porque era transexual. Nada más alejado y mezquino. Alan murió para ser quién era y su intimidad no era asunto nuestro. De otro modo, si continuamos buscando explicaciones en la violencia, acabará pareciendo que sea la violencia quien otorga la razón. Y que si conseguimos explicar por qué sucede, es comprensible. Es decir, que siempre tiene razón quien ejerce la violencia. Y esto nunca es así”. Se trata de “dejar de preguntarlos a las víctimas – añade Bosch– por qué sufrían acoso (que es una pregunta repugnante e impune) y empezar a preguntar a los acosadores qué les pasaba, a las autoridades por qué no actuaban, a las familias de las víctimas como se protegían”.